Características de la entrevista periodística
La entrevista periodística es una conversación con
metodología propia sobre diferentes temas, no necesariamente de actualidad,
entre dos o más personas destinada a ser difundida en cualquier medio de
comunicación.
La vida cotidiana de los individuos está plagada de
entrevistas, porque se asume que cualquiera pregunta que requiera de una
respuesta es una entrevista por muy banal que sea el ejercicio. De ahí que toda
entrevista tiene un fin en sí mismo, pero la periodística trasciende a las
demás por el solo hecho de que su contenido será de dominio público.
La entrevista televisiva
constituye uno de los géneros que hegemoniza el discurso periodístico
contemporáneo. Se observa la plena vigencia del pacto de ‘decir la verdad’ por
parte de entrevistado y entrevistador, esta suerte de contrato de verosimilitud
se encuentra implícito en la relación discursiva que se establece entre los
participantes directos.
Por ello, se parte del
presupuesto de interés del espectador en el saber del sujeto enunciador, quien
por su experiencia personal adquiere el suficiente poder discursivo para hacer
saber y confiere así, credibilidad a sus dichos.
Es en virtud de este
poder discursivo que el individuo que habla se convierte delante de las cámaras
y de los micrófonos televisivos en el portador oficial de una microhistoria
social. De este modo, el testimonio televisivo, en particular cuando se trata
de personalidades comprometidas con la cultura y los aspectos sociales, puede
constituirse en una importante evidencia audiovisual de los diferentes procesos
de transformación de una comunidad.
Fases de la entrevista
periodística:
-
El primer paso para la elaboración de una
entrevista es seleccionar al personaje según el tema y de acuerdo a los
objetivos que se persiguen. Esta selección resultará clave para el producto
final. Muchas veces, por premura o por evitar los obstáculos naturales para
hacer el contacto con el personaje, se recurre a uno de alternativa, el cual
generalmente, no reporta los mismos niveles de interés.
- Toda entrevista programada está antecedida de una
exhaustiva preparación. Es imprescindible indagar a fondo sobre el personaje
elegido y acerca del tema que se van a tratar en la conversación.
-
En cuanto al motivo de la entrevista, resulta clave
para el éxito, el acopio del mayor número de antecedentes, de tal modo que el
interrogador demuestre tener un cabal dominio del tema lo que le permite hacer
mejores preguntas y contrapreguntas de acuerdo a las respuestas.
-
Como apoyo para realizar una entrevista es aconsejable tener una ayuda memoria con los puntos principales que se aspiran abordar. En el caso
de ser necesario, el cuestionario debe confeccionarse con preguntas elaboradas en orden, con un interés
progresivo y lo más explicativas posible.
Las preguntas
De buenas preguntas dependen las buenas respuestas.
Si el entrevistador tiene enfrente a un personaje de fácil expresión,
extrovertido e histriónico no requerirá de mucho esfuerzo para materializar una
entrevistas con condimentos y atractiva. Pero en la generalidad de los casos,
el entrevistado suele no estar muy dispuesto a revelar lo que supone íntimo, de
tal modo que el desenlace será pobre acaso se carece de la capacidad de extraer
información. Ese proceso hay que hacerlo con prudencia pero sin miedo,
transmitiendo confianza al interlocutor.
El entrevistador tiene que estar siempre atento a
las respuestas, porque una de éstas puede contener un sentimiento, un dolor, un
episodio o quizás una simple anécdota, circunstancia que puede ser determinante
para el objetivo y/o nuevo rumbo de la conversación.
Un tono inapropiado de la pregunta puede ocasionar
un rechazo en el interlocutor y éste se cierra. Nunca hay que perder de vista
que no se trata de un interrogatorio sino de una conversación, y como tal debe
conducirse en la forma más coloquial posible.
Los silencios
En las entrevistas hay que saber manejar los
silencios, ya que existe una tendencia
nociva de interrumpir al entrevistado en el climax de una respuesta.
Hay que dejarlo explayarse sin límites, pero sólo
en la medida en que sus expresiones den cumplimiento a las expectativas de la
consulta.
Hay
que respetar esos segundos de mudez porque
quizás tocó su alma un recuerdo, un sentimiento o un pasaje trascendente de su
vida personal y/o laboral. Con certeza, al reanudar la conversación, evocará espontáneamente dicha situación, la cual que tiene que ser aprovechada.
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